POR: ANUAR SAAD S.

Lo
que no se podía entonces sospechar era que un problema de dos llantas iba a ser
remplazado por uno de cuatro ruedas. Y es que hoy las calles y las pocas
avenidas de ésta urbe, parecen una gran mancha
amarilla. Por donde se meta el ojo, los taxis pululan en pugna perpetua por
recoger un potencial cliente. Y esta moderna guerra del centavo, ahora entre
taxistas, tiene varias explicaciones. La primera, como lo recuerda el disco
inmortal de El gran Combo, es que ya “no
hay cama pa tanta gente”.
La
sistemática proliferación de zapaticos amarillos por nuestras calles ha
dificultado la movilidad, generado caos en zonas céntricas y puntos clave y un
despelote total en las horas pico. ¿La razón? Barranquilla pasó a tener,
gracias a una “displicencia” administrativa (en el mejor de los casos) de 9 mil
vehículos de servicio público a 15 mil en menos de un año.
Vale
la pena preguntarse si en una ciudad de 1.146.359
habitantes según datos del censo
2005 del Departamento Administrativo Nacional de Estadística, DANE, y con una
extensión que hace posible estar de un polo a otro en menos de 30 minutos, sean
necesarios 15 mil taxis. De ahí el otro interrogante: ¿acaso se hizo un estudio
técnico de viabilidad que arrojara como resultado la necesidad de casi duplicar
la existencia de vehículos de transporte público? Según publicaron diversos
medios, dicho estudio no se ha realizado y, lo más grave, es que en la
Secretaría de Transporte del Distrito la administración actual no puede
hacer nada porque ¡ni siquiera sabe cuántos vehículos de transporte individual
hay hoy en la ciudad!
Si
la Secretaría de Movilidad no sabe la cifra de los taxis que deambulan por la
urbe… ¿entonces quién sabe? ¡Averígüelo Vargas! Sin embargo, en un informe de
El Heraldo, dicha dependencia asegura que “sólo 12 mil 300 vehículos aparecen
activos en la base de datos”. Lo que no quiere decir, reconocen ellos mismos,
que esos sean los que están realmente funcionando, ya que según la asociación que agrupa a
los taxistas en Barranquilla la ciudad pasó, en los últimos años, de 9 mil
taxis a más de 15 mil.
Este
incremento masivo ha llamado, incluso, la atención de medio nacionales, como el
caso de Noticias Uno que, en un reciente informe, alertó sobre lo que es un secreto a
voces: que el disparo del número de taxis activos por las calles de la Arenosa
se debe, en gran parte, al poco control en la reposición reglamentaria de los
automotores y la entrega "legal" de los cupos disponibles por parte de la empresa
“Districar” entre cuyos propietarios está Roberto Char, primo del ex alcalde de
Barranquilla.
El
resultado de tantas anomalías juntas que van desde la permisividad en vender
sin restricciones taxis nuevos, hasta la falta de planificación y estudios
sobre la necesidad real de este tipo de transporte en la ciudad, agravado por
el ineficiente control de la Secretaría de Movilidad sobre cuántos taxis ruedan
por la ciudad, es ver, sobre todo en horas pico, esa fila interminable de
zapaticos amarillos que causa verdadero espanto. Los trancones se multiplican
lo que empeora, paradójicamente, el rendimiento del Transmetro víctima también
del caos vehicular.
Ahora
los barranquilleros tenemos que sufrir, aparte de la guerra sin cuartel de
buses y busetas; de ambulancias en busca del herido o muerto más reciente, a
los taxis cerrándose el paso entre sí para disputarse el improvisado llamado
del servicio de uno de sus usuarios. Porque hoy, si usted necesitaba un taxi,
ahora tiene cuatro a su disposición, si es que no se accidentan antes de que
lleguen. Y cualquier parecido con el reciente fenómeno del mototaxismo...no
creo que sea coincidencia.
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