
Un paneo deja ver la magnitud del
estadio, pero en ese momento el que está viendo el porno video no le interesa
el valor arquitectónico del estadio, el color de sus tribunas ni el estado del
césped: lo que quiere ver es el momento en que el actor de segunda con ínfulas
de Don Juan, meta su gol.
Coincidencialmente
(¿?) Las actrices porno son las mismas que hace pocos meses se hicieron famosas
apareciendo en videos triple X en
Barranquilla y en Cartagena.
Ya semanas antes la Costa Atlántica se
había escandalizado. Primero, fue Puerto Colombia con las polémicas escenas
filmadas en la estación de bomberos de ese municipio atlanticense, situación
que dio lugar a las más disparatadas declaraciones. Desde que era una forma
para “generar recursos por falta de fondos”, hasta que “lo alquilamos pero no sabíamos
para qué”. En todo caso, los porteños debieron protestar porque lo único que se
denota del histórico balneario es un viejo camión de bomberos, el escudo del
departamento y la insignia oficial del cuerpo de bomberos. En todo caso, desde
ese momento, desde el adolescente precoz, hasta el adulto pervertido, en
cualquier parte de Colombia o el mundo, saben que existe un municipio bautizado
con el sonoro nombre de Puerto Colombia que se relaciona, claro está, con un
muelle que fue y del que ahora no queda nada. Total, lo de puerto, fue una “pisada
de mangueras”.
Barranquilla
ha sido escenario de más de cincuenta de estas cintas, mostrando diversas
facetas de la ciudad, aunque, por supuesto, en los sitios públicos sólo salen
escenas sugestivas, más no explícitamente sexuales. Al igual que lo ocurrido en
Cartagena donde, una “negrona” de alto voltaje, recorre con un escote que deja
ver sus exagerados encantos las murallas de La Heroica mientras que un “supuesto
turista” camina a su lado embelesado por sus atributos. Las escenas se repiten
en el Castillo de San Felipe y en un escenario deportivo, lo que de alguna
forma “internacionaliza” este patrimonio de la humanidad.
Los
autores de estos “audaces” videos pornográficos parecen retar a las autoridades
que a pesar de que anuncian más vigilancia en los lugares públicos, estos
siguen saliendo retratados, cuál guía de turismo, en las películas
pornográficas que alcanzan una duración de hasta hora y media.
El
mercado negro internacional de películas pornográficas está plagado con
nuestras criollas producciones que, mediocres como casi todas estas cintas,
dejan sin embargo un enorme lucro a sus productores en el mercado foráneo. Es paradójico
que mientras el Ministerio de Cultura y todos los organismos que tratan de
darle respiración artificial al cine colombiano para que tome vuelo de una vez
por todas, estos prono productores llenen sus arcas a costa de los escenarios
naturales y arquitectónicos de nuestro país sin necesidad de libretos, argumentos
ni riguroso casting: sólo basta una buena dosis de mal gusto, mujeres que
vendan a precio de baratija sus exagerados y poco estéticos encantos y unos
actores con cara de piedra que seguramente tienen algo más que nosotros soñamos
tener. Y de paso, como diría la sonora propaganda… “vive Colombia, viaja por
ella”.
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