Por ANUAR SAAD
Mientras una niña
piensa que el mundo se le acaba porque está pesando un kilo de más y otro desea
no haber nacido porque el banco no le dio el sobregiro y usted hace mala cara
porque hoy, otra vez, cena café con leche, tostadas y huevos, y aquel cree que
todo se termina porque el Junior no le gana ni al Cúcuta, a César Díaz le tocó
enterrar a dos de sus hijos en menos de 48 horas. ¿Quiere seguir quejándose?
Una serie de
desgracias se han cernido sobre este hombre que en 2004 tuvo que abandonar
Palermo, en el Magdalena ante el asedio paramilitar. Fue desplazado, y con
siete hijos a cuestas, empezó su éxodo que terminaría solo, ya que su esposa lo
abandonaría. Desde entonces, César fue padre y madre de ocho hijos, hasta que
la muerte tocara dos veces su puerta, arrebatándole a dos la vida.
Con dolor de padre,
César es una prueba fehaciente que con el acetaminofén, Ibuprofeno y
la amoxicilina que suelen recetar las EPS para combatir un grano o un cáncer,
no se curan las verdaderas enfermedades y que al final, llevan al paciente a la
tumba. Lo peor de todo, es que hasta que los menores murieron, nadie sabía ni
siquiera de qué habían muerto. “Ni siquiera le mandaron exámenes”, diría con la
voz cortada por el llanto este hombre que, como usted, solo quería sacar a su
familia adelante.
Pero lo más
doloroso de este episodio --que no debe olvidar todo ciudadano-- es que la
atención médica en el hospital de Malambo (si a eso se le puede llamar
“atención médica”) fue una burla y un acto tan indolente que terminó cobrando
la vida de la menor que, seguramente para la institución, es solamente una
cifra más en su nutrido récord de muertes.
En medio de un
eterno ir y venir al hospital, el lunes de la semana pasada en
la mañana, su hija convulsionó y corriendo, en una moto, la llevó por tercera
vez al hospital donde los médicos, mientras rellenaban seguramente el último
crucigrama, decidían si la remitían a otro lugar o si esperaban, mejor, que el
acetaminofén hiciera lo suyo. Al fin y al cabo, ya era la tercera vez que ese hombre
llegaba con su hija enferma que “solo tenía fiebre”.
Mientras su hija
agonizaba ante la mirada cínica de los especialistas, su otro hijo era atendido
en el Hospital Cari, en Barranquilla, con síntomas similares, según reseña el
diario ADN. La esperanza volvía a su rostro cuando recordaba que su
niño recibía atención y no era ignorado en una camilla, como le tocó a su hija…
pero todo se derrumbó al enterarse que el niño, también había muerto mientras
que las formas que debían llenar los médicos para su traslado, seguían allí,
muertas de risa, sobre un olvidado escritorio sin que nadie las diligenciara.
“Los médicos la
veían mal y se quedaban viéndola. No le hacían análisis ni nada”, cita Tatiana
Velásquez en su nota en el diario, relatando la indefensión de un padre que ve
morir, ante la mirada apática de los galenos, a sus dos hijos. Para Rosa Elena Burgos, Secretaria de Salud de Malambo,
las patologías presentadas en Villa Esperanza, barrio donde sobreviven
César con sus seis hijos, están ligadas a la pobreza extrema en que viven
las cerca de 2.360 familias que habitan el sector.
A pocos metros de la humilde casa de la familia
Díaz, levantada con rústicas e inconclusas paredes de tablones y donde la arena
hace las veces de piso, hay un basurero a cielo abierto, de donde, según reseña
El Heraldo, "... en temporadas de lluvia, corren aguas con material
contaminante que inundan las viviendas de la cuadra".
Para ponerle la "cereza a este pastel" de
pobreza e indolencia, el barrio no tiene servicio de agua potable y
alcantarillado, lo que obliga a los vecinos a almacenar el preciado líquido en
los patios, exponiéndose a la contaminación.
¿Puede usted
soportar semejante tragedia? César sabe que debe soportarlo y, como el Ave
Fénix, y sin la ayuda del impávido estamento oficial, seguirá pedaleando contra
el mundo porque aun lo quedan seis razones más para seguir viviendo: sus otros
seis hijos quienes, de seguro, jamás olvidarán a sus hermanos. Mientras tanto,
un Alcalde, deseoso de mojar prensa, asegura que “…se abrirá una
investigación”.
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