POR ANUAR SAAD
Debido a que no me dio
tiempo de explicarle nada antes de que muy
gentilmente robara mi celular, he decidido, a través de esta carta pública,
pedirle algunas cosas que solo usted, que es quien hoy tiene el aparato, puede
resolverme.
Le agradecería que a través
de un correo a saadanuar@gmail.com me confirmara cuándo carajo es que
tengo la cita con el médico ortopeda que me iba a tratar por un viejo dolor de
cadera que me ha fastidiado en los últimos meses. Ahí, en la agenda del galaxy,
encuentra toda la información. Y ya que entramos en confianza… ¿puede descargar
la factura que se me vence esta semana de Tigo y, solidarizándose con mi
pérdida, me haría el favor de imprimirla y cancelarla? Son apenas míseros 57
mil pesos.
Y antes de hacer alguna
jugada lucrativa con ese bien ajeno que desde el sábado pasado usted posee, le
pido que, mediante una sencilla descarga de archivo de mp3, me envíe al correo
antes citado los 157 vallenatos inmortales que siempre me acompañaban para
ejecutar con buen ánimo las labores del día. Ahora, como producto de su “rápida
gestión”, tengo que consolarme con los aullidos de la “nueva ola” que, a la
fecha, no sé si lloran o tratan de cantar. Y espero, igualmente, que me anote
con juicio todos los teléfonos allí registrados en la lista de contactos y,
como una obra de caridad en esta cuaresma que inicia, me la haga llegar por esa
misma vía. Los contactos que aparecen con el estrambótico nombre de “culebra”
puede eliminarlos de la lista ya que, créame, no quiero comunicarme con ellos…
o, si es de su preferencia, llámelos y pacte un rápido acuerdo de pago con
ellos. Créame, que le agradecería el detalle.
Amigo raponero: si no es
abusar de su valioso tiempo, (me imagino que en este momento debe estar
buscando nuevas víctimas a quienes despojar de sus sofisticados dispositivos móviles
y, créame, me da pena interrumpirlo) ¿podría certificarme que usted y otros
dos, disfrazados de monocuco y a punta de puñal, me quitaron “con uso de la
fuerza”, el celular? Lo anterior es debido a que, si no existe la prueba
fehaciente de que “hubo violencia en el hurto”, el seguro no paga el aparato…de
no creerme, invito y le pregunte al profesor John Acosta a quien le pedían la
evidencia del “uso de violencia” cuando un ladronzuelo experimentado, también
lo despojó de su celular. Mírelo de esta forma: si me dan uno nuevo, tiene usted
una potencial materia prima que puede obtener solo con hacer una de sus
efectivas “gestiones laborales”. Cosas de la cadena “alimenticia”.
Y como nuestra confianza se
agiganta a cada párrafo, le doy autorización para que borre de un tajo las
fotos que quedan aún guardadas en la galería del dispositivo, especialmente
esas donde aparezco con mi perfil izquierdo y se hace visible mi verruga. Y si
entre los archivos se topa con una foto de dos tipos con caras de buenas
personas que me acompañan a bordo de un Transmetro, olvídese de que pueden ser
sus víctimas. Imagínese: ese par –tan NN como cualquier Alberto-- no tenía ni
para un taxi aunque tengan cara, uno de académico ilustrado, y el otro, de
contador de historias…así que descártelos de su lista.
Para que vea que no le
guardo resentimiento alguno, usted puede acceder desde ese celular, con tan
solo oprimir una tecla, a mi blog
anuarsaad.blogspot.com e imprimir un artículo sobre un conocido asadero
de pollos que allí aparece. Le aseguro que, con la copia impresa de éste, el
segundo pollo le sale gratis. Estoy seguro de que comer ahí le debe sentar a
usted muy bien, pero cerciórese primero de que, efectivamente, sea uno
“gourmet” de la calle 84, porque siempre he dicho que entre atracadores se
entienden.
Este escrito es, sin duda,
una muestra de lo tolerante que soy.
Una muestra de que no le guardo a usted, ratero anónimo, ningún tipo de resentimiento. Una muestra de que estoy convencido de que este inadecuado proceder suyo es una consecuencia de la injusticia social fomentada por nuestros desquiciados gobiernos y que, de seguro, usted es una buena persona que simplemente no ha tenido la oportunidad.
Sí señor. No le guardo rencor alguno. Lástima que el dispositivo explosivo del celular, se activará en 5, 4, 3, 2…
Una muestra de que no le guardo a usted, ratero anónimo, ningún tipo de resentimiento. Una muestra de que estoy convencido de que este inadecuado proceder suyo es una consecuencia de la injusticia social fomentada por nuestros desquiciados gobiernos y que, de seguro, usted es una buena persona que simplemente no ha tenido la oportunidad.
Sí señor. No le guardo rencor alguno. Lástima que el dispositivo explosivo del celular, se activará en 5, 4, 3, 2…
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