Cuando
con timidez se hablaba de un periodismo
2.0 y, más aún, el despunte del 3.0, muchos periodistas y comunicadores se
preguntaban cómo carajo se comía eso. Poco después la práctica dio la
enseñanza: el lector, el oyente o el televidente, ya no se sometía a la
dictadura de los medios o a una agenda informativa impuesta, sino que, además
de retroalimentar la información expresando su agrado o desagrado con la misma,
empezó a ser capaz de generar contenidos. Es decir, el periodismo ya no es un
ejercicio exclusivo de los periodistas sino también de aquellos ciudadanos que,
con un buen dispositivo móvil (si tiene la suerte de que no lo maten para
robárselo) pueden alimentar un medio.
Esta
evidente evolución del periodismo en la que se destaca una generación de
receptores (que ya no son solo eso) dinámicos y capaces de retroalimentar y
generar información ha dado origen a un fenómeno que tiene contra las cuerdas a
muchos funcionarios públicos, alcaldes, gobernadores, congresistas, aspirantes
a la presidencia, expresidentes e, inclusive, al propio Presidente: las redes
sociales expresan la opinión verdadera del sentir ciudadano, muchas veces
alejada de la opinión maniatada de una prensa tibia que, por temor o
conveniencia política y económica, prefiere callar o, peor, alabar decisiones
incorrectas.
Este
peligroso bumerang de los trinos y los estados en Twitter y Facebook, están
haciendo mella en el prestigio (o lo que les queda de él) de muchos dirigentes
que fueron elegidos para una cosa…y están haciendo otra muy alejada del
beneficio colectivo. Ya no hay más ciudadanos amordazados y maniatados
expuestos a la politiquería sin esperanza de réplica. No. Hoy los ciudadanos
pueden unirse en torno, incluso, a causas más allá de sus fronteras –como el
reciente caso de las elecciones venezolanas—para protestar por un supuesto
fraude electoral o, en su defecto, para apoyar la causa bolivariana. Y es un
bumerang, porque el excesivo uso de la herramienta, puede fatigar al ciudadano
o enervar ánimos, como el caso de los reiterados y malintencionados tuiteos de Alvaro Uribe Vélez que, además,
se han tornado peligrosos porque filtran información confidencial.
Técnicos
de fútbol, futbolistas, políticos, presentadores de televisión, artistas,
funcionarios públicos, en fin, nadie está hoy exento de ser “expuesto” en el
pabellón público de los retwitts o el “compartir estados” que dejan ver, a las
claras, la preferencia o rechazo de los ciudadanos del común hacia un tema o
personaje determinado. La oposición del Congreso al matrimonio gay, es un
ejemplo de ello: en su mayoría, los colombianos apoyan en las redes esta unión
y cuestionan al Congreso por no atender el llamado.
En
Barranquilla las redes sociales han sido el verdugo de la Alcaldesa siendo
capaz de traspasar la coraza que la prensa ha tendido alrededor de ella. Los
barranquilleros saben que, a pesar de cifras que hablan de un despegue de la
ciudad, este supuesto despertar no se debe, en ningún caso, a las políticas de
la Alcaldesa, sino que han sido consecuencias lógicas de la globalización y el
Libre Comercio que encuentra a Barranquilla en inmejorable postura geográfica.
Y si le queda alguna duda de lo que los barranquilleros opinan de su
mandataria, ahí están los tuits y los estados de Facebook sobre su cobro de
valorización II y su fiestecita privada del bicentenario –solo por poner dos
ejemplos—en los que el rechazo ha sido unánime, llenado el vacío de opinión
dejado por la prensa más representativa de la ciudad.
Es
lo que está pasando ahora mismo con la Cámara de Comercio. Diarios como El
Heraldo, por ejemplo, se mantienen distantes de la polémica y se limitan,
solamente, a transmitir las noticias sobre hechos consumados…pero con ausencia
de análisis propio, generación de opinión o, por lo menos, arrestos para hacer
una apuesta por un grupo o una crítica fundamentada contra otro, como el caso
del repudiado “cartel del suero”. Lo que ellos no dicen, ahora, gracias a las
redes sociales, los lectores, oyentes o televidentes, pueden denunciarlo.
Nunca
antes ha sido tan fácil trabajar sobre la agenda setting. Nunca antes un Editor
y su equipo de trabajo podrían tener tanta certeza sobre lo que la gente quiere
leer u oír: en las redes sociales está el sentir de los ciudadanos. Su
problemática. Sus odios. Sus preocupaciones y también sus alegrías. No más de
una prensa ciega, sorda y muda. Los trinos siguen allí, reclamando ser
atendidos por aquellos que tienen el deber sagrado de informar con eficacia
pero sobre todo, con alto sentido ético, anteponiendo siempre el bien común.
¿Se
entendió o habrá que lanzar un tuit?
Comentarios
Publicar un comentario
Comente aquí