POR
ANUAR SAAD
Estimado Alexis. ¿Cómo está? Imagino,
que después de embolsillarse un año de
sueldo –trabajando solo 5 meses—y sin
rendir lo mínimo, debe estar muy bien. No quiero ser grosero, pero, la verdad,
por acá nadie lo extraña. Ni siquiera el de la tienda antioqueña donde solía
comerse sus arepitas paisas con chorizos al caer la noche acompañadas de un
chocolatico bien caliente.
No pensé en escribirle, pero usted,
con sus absurdas declaraciones –a las que ya nos tenía acostumbrados—me obliga
hacerlo. Porque usted, señor García, dijo que los barranquilleros éramos
xenófobos. Que no nos gustaban los que venían del interior, olvidándosele
profesor, que en esta ciudad hay colonias inmensas en las que se destacan los
santandereanos, antioqueños, bogotanos y vallunos. Y son de lo más queridos.
Pero ellos, no son usted. Usted –y en eso sí tiene razón-- no es querido en
Barranquilla. Pero no hable lo que no es. A usted no se le quiere porque sea un
chocoano que reniega de su tierra y
ahora se dice paisa.
No. A usted –que le quede muy claro--
no lo quiere nadie en Barranquilla por inepto. No existe otra razón. Usted es
de esa especie que desafortunadamente aún abunda, que cree que llega a la
región Caribe a “colonizar” a un montón de corronchos con un discurso
inteligible y con excusas sacadas de un libreto de Cantinflas. Conocemos bien a
los paisas y por eso los respetamos y los queremos. Pero no a los culebreros.
Esos que, además sin ser verdaderamente paisas, pontifican más que ellos sin
demostrar nada. A esos ya los tenemos identificados.
Contrario a Usted, señor García, el
barranquillero tiene un paladar exquisito para el fútbol. Acá no estamos
acostumbrados a técnicos “picapiedras” que, por carecer de fundamentos, arman
equipos para “no perder”. Porque acá, en Barranquilla, estamos acostumbrados a
ganar. De hecho, las últimas tres clasificaciones al Mundial que ha tenido
Colombia y seguramente esta cuarta, se ha dado por las características que
tiene esta misma ciudad que usted descalifica. Y ¡vaya coincidencia! Esas
selecciones, incluyendo esta, tenían a más de 7 jugadores costeños convocados y
por lo menos 4 jugando. Así que a los jugadores que usted trajo no se les
critica tampoco por paisas. Simplemente, porque son paquetes.
Ya estamos entrando en confianza señor
García. Ahora sí, no se haga el rogado, dígame la verdad. ¿Cuál es el secreto
para embaucar a los Char –supuestamente excelentes comerciantes—y hacer que les
firmen dos años de contrato a ciegas cuando en su vida usted no ha ganado nada?
¿Qué se siente cobrar sin trabajar y recostarse por allá en su finquita
rascándoselas a gusto mientras se regodea del “golpe” que dio en Barranquilla?
Después del Junior –señor García—no lo
veo a usted montado en un equipo grande. Por lo menos uno que quiera ser
campeón. Lo veo, más bien, en uno que funcione a retazos. Es decir, con
“retazos” de jugadores y “retazos” de puntos. Porque nadie entiende a qué
jugaba la Equidad bajo su mando. Equipo troglodítico que calzaba a su medida.
Patadas iban y venían mientras que de fútbol nadie se atrevía a hablar.
Porque con todo lo que sus paisanos
adoptivos nos han hecho en materia futbolística, sí es para que les quisiéramos
poco. ¿O no se acuerda que Leonel Álvarez dio su palabra al Junior y el equipo
timbró las boletas con su mesiánica melena y el día en que debía llegar a
Barranquilla dijo que jugaría en un verdadero equipo grande y se fue para el
América? ¿O al Bolillo que montó una campaña persecutoria contra El Pibe
diciendo que un jugador a los 37 no podía mover a un equipo? ¿O a al técnico
Peláez quien dejó tirado al Junior porque sus nalgas se calentaban mucho en el
banco técnico y su delicada piel no lo soportaba?
Entiéndalo señor García. En
Barraquilla no nos importa de dónde vengan técnicos y jugadores siempre que
ellos cumplan con su trabajo. Que se esfuercen. Que traten de ganar y queden
muestra de profesionalismo, cosa que a usted le falta a leguas.
Cómo puede decir, Señor García, que no
queremos a los jugadores paisas cuando hemos sentido como nuestros ídolos a
jugadores de la talla de Juan Pablo Ángel, Andrés Escobar, Chonto Herrera, Aristizabal,
René Higuita, Iván Ramiro Córdoba, Chicho
Serna y hasta al mismo Leonel … entre una enorme lista que no terminaríamos de
escribir.
Son tan absurdas sus apreciaciones
sobre Barranquilla y su gente, que no somos, por xenófobos, la Casa de la
Selección. Es esta ciudad, como ninguna otra, la que históricamente ha
convocado a los inmigrantes de todo el país y también los de allende sus
fronteras. Y ese poder de convocatoria se pudo apreciar, señor García, en el
último partido de Colombia cuando el estadio albergó a 47 mil almas de todos
los rincones de Colombia acogiéndolos en
una gran fiesta. Fiesta que, de seguro, con usted jamás podríamos tener.
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