POR: ANUAR SAAD
Lo que consiguió el Uniautónoma Fútbol Club al coronarse campeón del torneo de ascenso en el fútbol colombiano, es un hecho más que meritorio. Y lo es, porque para logarlo, el equipo tuvo que sortear dificultades diversas que hacen que este triunfo sea para no olvidar.
Lo que consiguió el Uniautónoma Fútbol Club al coronarse campeón del torneo de ascenso en el fútbol colombiano, es un hecho más que meritorio. Y lo es, porque para logarlo, el equipo tuvo que sortear dificultades diversas que hacen que este triunfo sea para no olvidar.
La primera
zancadilla que sorteó la Academia fue la que le propinó la directiva del
Atlético Junior al no permitir el uso –en un claro gesto de egoísmo- del estadio Metropolitano. Así las cosas, la U
tuvo que buscar una casa “adoptiva” y la encontró en Sabanalarga, donde se hizo
fuerte y logró cautivar una hinchada respetable. Y mientras los otros clubes
portaban en sus camisetas los emblemas de las firmas patrocinadoras, la
Autónoma compitió durante todos los torneos sin patrocinio alguno. Desde su
arribo a la B siempre fue protagonista. Era ya normal que ganara un cupo en las
semifinales dejando la sensación entre la hinchada –que poco a
poco en Barranquilla y Sabanalarga era mayor—que siempre le faltaba un centavo
para el peso. Que el título no era un imposible. Y, efectivamente, así fue.
No deja de
llamar la atención la incredulidad de muchos de los periodistas deportivos
sobre el trabajo que al interior del Uniautónoma F.C se venía realizando. Un
trabajo serio. Sin aspavientos ni delirios de grandeza. Un trabajo que hoy,
tres años después, empezó a dar sus frutos lo que le viene muy bien a todos los
amantes del fútbol en Barranquilla y la Costa que hoy pueden encontrar en el
equipo académico una alternativa distinta a la del Junior de Barranquilla.
No hay que
olvidar que si la U logra ascender a la categoría A de la Liga Profesional
Colombiana, toda la Región tendrá más fútbol, más competencias deportivas y no
dependerá únicamente de lo que “los tiburones” puedan lograr.
Lo que no se
entiende es por qué, después de la conquista, los medios quieren empañar lo que
se obtuvo en franca lid. Se ha hecho un escándalo mediático por el mensaje que los
jugadores mostraron en el revés de su camiseta (que se colocaron después de la
victoria) en el que le dedicaban el campeonato a la doctora Silvia Gette Ponce,
ex Rectora de la Universidad y quien a capa y espada proyectó, patrocinó y
creyó en el equipo. De hecho, el paso que dio la Universidad Autónoma del Caribe
al consolidar un equipo en el fútbol profesional, con miras a un cupo en la A,
es lo que lograron otras universidades en
el mundo y que en Colombia, aparte de la Autónoma, ninguna otra institución
educativa apostó a semejante proyecto.
Entonces
–pregunto yo- ¿A quién más iban los jugadores a dedicar su triunfo? Sería una
descortesía –por decir lo menos—si por los problemas judiciales que hoy afronta
la doctora Gette, (problemas que solo la justicia puede dirimir) se olvidara de
un solo tajo, todo lo que ella hizo por fortalecer al equipo y llevarlo a
obtener lo que recién acaba de ganar.
Es imposible
extirpar en el ser humano el sentimiento de gratitud. Los jugadores no son
robots. Son personas comunes y corrientes –como nosotros—que tienen alegrías y
tristezas. Y lo más lógico es que hagan público el reconocimiento a la persona
que, además de crear el equipo, fue su apoyo incondicional. La desproporción
con que la prensa ha reseñado el mensaje de los jugadores hacia la ex Rectora
no debe, en ninguna forma, empañar la magnitud del logro. Un logro que es una
bofetada a las directivas del Junior de Barranquilla que nunca vieron con
buenos ojos la posibilidad de tener un rival en su mismo patio y es, por
supuesto, un llamado a que los barranquilleros aprendan a creer en lo nuestro, porque
–que quede bien claro-- el Uniautónoma
Fútbol Club no es un equipo exclusivo de la comunidad académica de esta
Universidad: es un equipo que aspira a representar a los atlanticenses y por
qué no, a toda la Región Caribe.
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