Por ANUAR SAAD
Primero es la racha de inseguridad que a pesar de las medidas
tomadas por Alcaldía y Policía, no cede. Después, el décimo sexto capítulo del
ridículo novelón que protagoniza la Cámara de Comercio y todos sus
involucrados. Más tarde, el tema del descargue por fondeo que afectaría
drásticamente los ingresos al Distrito. Días después, la papa pasó de 500 pesos
la libra a 1400 y de la arveja y la zanahoria, ni hablemos, gracias al paro
campesino nacional por el que todos sufrimos, pero que el Presidente Santos
dijo que “no existe”. Simultáneamente, se revela que la superintendencia de
servicios públicos ha recibido 240 mil quejas por el mal servicio de
Electricaribe. Para remate, Junior pierde goleado en Bogotá 3-0, pero eso ya es
caramelo repetido. Nos dicen “Bogotá” y ya llegamos al estadio perdiendo 1-0.
Todas las escenas descritas en el párrafo anterior, molestan
y preocupan al barranquillero. Pero enterarse que tres jugadores del Junior se
desbordaban en una guachafita
etílico-erótica de más de diez horas de duración un día antes de la concentración para el partido
ante Santafé, fue la tapa de la olla. Y es la tapa de una olla que está
podrida.
Por eso, y
pensando en lo escrito en este mismo medio por mi amigo y maestro de siempre
José Orellano, tengo que decir que esas son las decepciones que ni “a las
queridas”, podemos perdonarle. Y es que la querida parece no tener rumbo e
importarle un pepino el sufrimiento de todos sus amantes, es decir, de todos
los que somos hinchas de la escuadra roja y blanca.
Cuando se
anunció que “El Zurdo” López asumía por séptima vez los destinos del Junior, la
mayoría de los aficionados y muchos colegas de prensa, pensamos en lo mismo.
¿Será “El Zurdo” capaz de controlar la indisciplina del equipo, esa misma que
ha hecho frustrar campeonatos y poner a la escuadra en la boca de todos? Porque
ese cuento de que este técnico “se la lleva bien con los jugadores” me da mala
espina. Un técnico no está para que sea tratado como un igual. El Técnico –se
supone—debe ser el jefe, el que irradie e imponga autoridad. Pero por lo que se
deja ver en las fotos exclusivas reveladas por Zonacero.info, a Córdoba,
Tressor y Toloza, la autoridad les importó muy poco o, simplemente, han sentido
que jugar en Junior, con el Zurdo a la cabeza, es toda una fiesta.
¿Con qué cara
–pregunto yo—se le puede pedir ahora al público que llene el estadio para ver
el partido contra Nacional? Los que irán lo harán esperando la oportunidad para
vomitar andanadas contra los jugadores, por la gigante papaya que dieron. La
ciudad está furiosa y en las redes sociales, la tendencia es el escándalo por
los jugadores enrumbados antes del partido. Twitter está que revienta y en
Facebook los hincha exigen que empiecen a rodar cabezas.
Y sin duda,
deben rodar. Porque la afición merece respeto. Porque no se entiende que
mientras los aficionados sufran por la derrota, a tres jugadores (los que hasta
ahora se conocen) no le hayan dado la importancia que merece un encuentro en
Bogotá. Si la medida no se toma en las próximas horas, se demuestra que en
Junior no hay ni técnico ni directivos que manden. Y lo de los directivos va
más allá de estos actos de indisciplina. Junior es un equipo sin voz. Al que
cualquier árbitro aparecido lo inunda de tarjetas, le invalida goles, valida
goles ilícitos en su contra sin que
nadie diga ni mu. Y si han dicho algo, no cosquillas hacen a la Dimayor porque
partido tras partido, estas faenas se repiten. ¿No es el Junior un equipo
grande? Y si lo es… ¿por qué lo tratan como a uno de segunda?
Todo en conjunto, actos de indisciplina, contrataciones
mediocres y rejo arbitral, hacen augurar que el futuro inmediato del equipo no
va ser para nada halagüeño. Preparémonos, maestro Orellano, para que la querida
nos siga defraudando. Para que vuelva a ser traicionera. Porque por lo menos,
por estos días, quisiéramos retirarle nuestro amor. Pero en el fondo, sabemos
que no podemos. Que nos derretimos por sus favores, aunque por dentro nos
consuma la ira.
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