Por ANUAR SAAD
En Latinoamérica han ocurrido, en los
últimos 60 años, sucesos que han cambiado radicalmente el mapa geopolítico de
la Región, partiendo desde la Revolución Cubana y terminando con el ya famoso
Movimiento Bolivariano que lideró el fallecido líder venezonalo Hugo Chávez. América
Latina ha vivido entre dos extremos: los intentos de toma del poder a través de
las armas –en algunos casos concretados—y el poder de la ultraderecha que ha
tratado de sofocar con sangre todo movimiento que tuviera algún viso de
socialismo.
Pero este 11 de septiembre de 2013 se
marca un hecho histórico muy especial: los 40 años de la toma del Palacio de la
Moneda que terminó con la muerte del Presidente Salvador Allende y la ascensión
al poder del dictador Augusto Pinochet que dejó, durante más de 17 años de
mandato, miles de muertos, desaparecidos
y torturados.
Hoy, 40 años más tarde, es notable un
cambio en el espíritu de la sociedad chilena. Después de mucho tiempo se
exhiben sin censura de toda clase imágenes dantescas que muestran los
espantosos crímenes cometidos durante ese periodo. A ello se le suma que, en
los últimos cinco años, han sido recurrentes las imágenes de políticos de todas
las clases que “piden perdón” y “hacen votos” por una reconciliación nacional
propugnando por un “perdón y olvido”, al que parece, muchos no están dispuestos
a acceder. Los muertos , los torturados y los desaparecidos, aún están frescos
en las memorias de familiares y amigos y sus sacrificios no han de ser en vano:
son la huella viviente que el propugnado olvido, está aún lleno de memorias, como bien lo
referencia en el título de su conferencia la doctora Lorena Antezana Barrios, coordinadora
del Magister en Comunicación Política de la Universidad de Chile y Presidenta
de la Asociación Chilena de Investigadores
de ese país que por estos días está en Barranquilla atendiendo una
invitación de la Universidad Autónoma del Caribe donde dictará este miércoles
una conferencia sobre el golpe de hace 40 años y la repercusión del mismo en la
sociedad actual chilena.
Es claro, según dice la doctora
Antezana que firmará importantes convenios en investigación, docencia y
movilidad académica con la Universidad Autónoma, que las grandes marchas
estudiantiles de Chile que se han venido dando desde 2006, son en respuesta a
los onerosos costos de la educación escolar
en ese país, que no son consecuentes con la calidad de la misma, todo, montado
desde el sistema de Pinochet de privatizar la salud y la educación entre otras
cosas. Mientras tanto, los estudiantes siguen protestando a diario en reclamo por la educación gratuita y de
calidad que se merecen.
Otro capítulo
aparte merece la competitividad de la prensa en el país austral. Según la
profesora invitada, la prensa que era fiel a Pinochet, sigue gozando de todos
los privilegios –entre ellos las tajadas de las pautas publicitarias
estatales—que los otros medios, alternativos y nuevos, no tienen acceso
impidiendo así la sana competencia de los mismos. Esto hace que medios
independientes no puedan ser sostenibles. De ahí que en la prensa chilena poco
se toque de esa memoria, para ellos lejana, de la nefasta figura de Pinochet.
Incluso, algunos medios hablan, aunque parezca descabellado, de que la imagen
del dictador, aún después de su muerte, “sigue siendo positiva entre los
chilenos”.
Las cicatrices
en la sociedad chilena, siguen abiertas. 40 años parecen no haber sido
suficientes para superar el dolor y pasar al perdón y olvido. Es la misma
situación, guardando las proporciones, que se avecina en Colombia en el caso de
llegar a un eventual acuerdo con las Farc. ¿Estarán los colombianos dispuestos
a perdonar? ¿La memoria podrá olvidar el dolor? ¿Las injusticias podrán ser
reparadas?
Sin duda
nuestros pueblos latinoamericanos estamos unidos más allá de la hermandad que
conlleva compartir el mismo lenguaje y estar en la misma parte sur del
continente: somos hijos de una construcción social que se ha tejido con base a
desigualdades, derramamiento de sangre, asesinatos selectivos, crímenes de lesa
humanidad y en las que hoy, Colombia y Chile, tratan de buscar esa “fórmula
mágica” que permita pasar la página y poder seguir adelante en la cicatrización
de sus heridas.
Es por ello que
desde la Universidad Autónoma del Caribe, liderado por el Programa de
Comunicación Social Periodismo y la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, se
abren estos espacios de reflexión para que los jóvenes que hoy aquí se educan,
sean conscientes que el olvido sí está
lleno de memorias.
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