Por
ANUAR SAAD
De hecho, en los
albores del nuevo milenio, hizo carrera lo que se denominó Web 2.0 que, además
de suministrar información, permitía las
interacciones entre los sujetos. En el periodismo, por seguir con este ejemplo,
fue la oportunidad de tomarles el pulso a los lectores sobre las publicaciones
diarias. Muy pronto el mundo educativo, empezando por las universidades de la CEE, se darían cuenta que este novedoso
recurso virtual, serviría también para llegar sin límites a los estudiantes y
romper esquemas o dificultades como la movilización docente o estudiantil, las
clases magistrales, los recursos bibliográficos y, lo más importante, hacer que
el estudiante fuera por fin el principal protagonista de su propia educación.
Una educación no centrada en ciclos académicos, sino que el uso de las TIC -- sigla que significa tecnología de la información y la
comunicación y que son un conjunto de tecnologías aplicadas para proveer a las
personas de la información y comunicación a través de medios tecnológicos de
última generación—podría romper las barreras y llevar la educación en
condiciones y a sitios que jamás se habían pensado.
Según
el Libro Blanco de la Universidad Digital,
de la colección Fundación Telefónica, en la Declaración de Principios de la
Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la información en el 2003 en Ginebra, se
describe a la Sociedad de la Información “como aquella que está centrada en la persona, integradora y
orientada al desarrollo, en la que todos puedan crear, consultar, utilizar y
compartir la información y el conocimiento (…)”
El documento, que empieza a regular de alguna
manera el uso de estas nuevas tecnologías que serían encaminadas a una educación
de avanzada, ideal para la creación de una nueva
universidad en la que se derrumbarían paradigmas que limitaban su
desarrollo, se expone la necesidad de poner
en práctica una cultura global “…que
permita aprovechar de la manera más eficiente, las ventajas de las TIC en la
prestación de servicios a los ciudadanos y sobre la necesaria orientación hacia
la accesibilidad”.
Poco a poco los sistemas
de educación, fueron amoldándose a las nuevas circunstancias y adaptaron sus
metodologías, contenidos, prospectivas y objetivos, a la implantación de un
sistema personalizado e individual en el proceso de enseñanza-aprendizaje en el
que sería el estudiante el centro de gravedad de ese revolucionario mecanismo
que permitiría, entre otras bondades, la flexibilización de los modelos de
formación y los de gestión administrativa.
La adecuación
paulatina de un nuevo modelo de universidad, ese que respondería a las
expectativas del estudiante del futuro en una
universidad del futuro, permitió –a pesar de las brechas económicas entre
los países desarrollados y los llamados tercermundistas—abrir un espacio común
de Educación Superior entre Norteamérica, América Latina, el Caribe y la
Comunidad Europea.
En la llamada
Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), se definieron
derroteros comunes que debían ser transversales en los nuevos procesos
educativos que serían mediados por la Web 2.0 y que abarcarían investigación, gestión
universitaria, gestión de información en la universidad, formación y cultura en
TIC y sistema de organización y ejecución de las TIC: se estaba derrumbando el
paradigma de la clase magistral y presencial y se abría uno nuevo, más flexible
e incluyente, en el espectro universitario mundial donde el estudiante no
estudiaría por un ciclo determinado, sino que podría hacerlo a lo largo de su
vida.
Tan profundamente se
dinamizaron los cambios en las universidades europeas cuando apenas corría el
primer quinquenio del siglo XXI, que el enfoque pedagógico que hasta entonces
era utilizado en las aulas fue afectado en las tres principales misiones que
competen a una Universidad: la docencia, la investigación y la extensión. Solo
por detenernos en el primer aspecto, podríamos afirmar que la implementación de
las TIC en la educación superior facilitó el proceso de enseñanza-aprendizaje;
multiplicó la captación de estudiantes en las universidades, sin importar si
estaban o no en la misma ciudad o país e impactó en la perfección de los
sistemas de gestión de contenidos de aprendizaje incluyendo las herramientas creativas para hacer más
efectivo el proceso.
La nueva tecnología
aplicada a la educación no significa solamente colgar materiales de estudio en
la red. La universidad del futuro requiere un complejo y creativo sistema de
recursos electrónicos para hacer más ágil, interactivo y participativo este
proceso de enseñanza. Hay que entender el nuevo modelo educativo bajo las
premisas de movilidad, dinamismo, creatividad, agilidad en talleres y monitorias
y facilidad de acudir a recursos bibliográficos existentes en las bibliotecas
virtuales de centenares Universidades del mundo. En resumen, la nueva
universidad a la que se le apunta en todas las esferas y puntos cardinales del
globo, debe agendar como una de sus misiones, la potenciación de sus
plataformas tecnológicas de enseñanza apoyados por bibliotecas que se
constituirán en el eje de la innovación del proceso de enseñanza-aprendizaje y,
por supuesto, de la investigación.
Es pues, la llamada “virtualidad”,
la que permite hoy ser más universales en la educación, más incluyentes y nos da
la oportunidad de compartir, conocer y ser conocidos. Una educación donde el
estudiante no será uno más entre un numeroso grupo, sino el eje del sistema y
el dueño de su propio destino.
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