Por
ANUAR SAAD
Me
acordé, querida que estás cumpliendo hoy. Aunque no eres una de esas
quinceañeras alegres e inocentes que sueñan con Disney World, sigues siendo
joven y, a pesar de que tus “padres putativos” te han maltratado sin piedad,
aún no acudes al ICBF para denunciarlos. Parece que te acostumbraste a los
engaños, promesas, obras inútiles y desangre que, sin piedad, te hacen en todos
tus frentes.
No
puedo negar que hoy te ves más bonita. Que pareces remozada por el desarrollo y
que ese montón de edificios que se alzan hasta el cielo te dan un porte
altanero, futurista y hasta importante, mientras que no sean esos que se te
están cayendo en algunas laderas por los que muchos de los tuyos se quedaron
sin casa, carro y beca.
Sé
bien que no te tragaste ese cuento de que “ahora miramos al río”, cuando en 200
años nadie se acordó para qué servía. Hasta el puerto, acostado sobre su lecho,
es motivo de cuestionamientos mientras otras como tú, pero no tan quinceañeras,
se llevan la gloria de su productividad portuaria. Sé que tu autenticidad no es
del suero “atoyabuey”, pero los tuyos vemos con preocupación cómo, cada vez
más, ese cartel lácteo se apropia más de lo que era auténticamente nuestro. Ya
no te respetan, mi dulce quinceañera. Hasta tu “re-Cámara”, se ha vuelto una
cueva de Rolando y por cuenta de sus malos manejos, hemos sido el hazme-reír de todo el país.
Ya
nosotros, los del pobre pueblo, no tenemos acceso a fácil ni a tus auténticas
tradiciones. No señor. En tu cumpleaños pasado, ese que celebraron con bombos,
fueron más los cachacos que los tuyos, los que estuvieron allí, en la Plaza de
la Paz para ver unas puestas en escena que después nos la querían repetir por
televisión. Porque te recuerdo que a nosotros, no nos dejaron ni verlo de
lejos. Pero eso ya es parte de este gobierno “incluyente” que te rige.
Pero
mi querida… ¡cómo es la vida! Tu principal avenida, esa que lleva el nombre de
un ex Presidente Liberal (porque lo único conservador es el Puente que no es
Pumarejo) se llenó de unos elefantes blancos que dizque iban a transportarnos
pero su lentitud y poco cubrimiento lo ha llevado a la quiebra y a nosotros
impulsado a volver al viejo bus. Esa misma Avenida que debió ser ampliada pero,
en su defecto, te la mutilaron para que el elefante transite por allí. Pero en
cambio, tus venas buenas, fueron extirpadas para hacerle una especie de “bypass”
dizque para ampliarlas pero tú no te dejaste engañar: tus hijos ya denunciaron
que sigue midiendo lo mismo, pero saqueando tu alcancía ya bastante
desmenguada.
Y,
mi hermosa damita, aunque en tu bandera no tengas bolas de ninguna especie,
ahora uno de tus padres putativos se le ha dado por llenar con ellas unas
cuadras de tu corta geografía, como si te estuvieras disfrazando para un Halloween.
A pesar de que quieres ser la de todos, la de los tuyos y los visitantes,
recorrer tus arterias –cada vez más llena de ese colesterol vehicular—se vuelve
un verdadero suplicio. Cuando no son los huecos en ellos, son las restricciones
impuestas por capricho, los desvíos por obras innecesarias o las absurdos
cambios de sentido de tus venas, que ya nadie sabe, ni el extravagante
Secretario, por dónde diablos van.
Pero
eres tan fuerte, noble, buena, bondadosa, alegre y progresista, que a pesar de los
agravios continuos que te causan los que de ti viven sin piedad, esos que solo
sacan, pero nada aportan, sigues siendo mi preferida. No importa que los dueños
del poder, esos expuestos en una importante revista virtual, quieran raspar la
olla y llevarse lo que apenas se está construyendo, Aquí estamos nosotros; tus
dolientes. Esos mismos que solo pueden escribir, lejos de los medios coartados por el interés, para denunciar y protegerte. Esos mismos que siguen valorando
tu verdadera riqueza, esa inmersa en tu multiculturidad, el calor de tu gente,
tus brazos abiertos y tu lucha por el progreso.
Ya
vendrán tiempos mejores. Esos que en el soplo de tu arrebatadora brisa, traiga
gobernantes nuevos, libres de intereses propios, que se dediquen a devolverte
la lozanía que te mereces y regodearte con las obras que en verdad necesitas, y
no con la fantasía brillante, propia d elas baratijas obsoletas, con que te
quieren homenajear,
¡Feliz
cumpleaños, Barranquilla!
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