Por Anuar Saad

Así empieza la
legendaria novela de Truman Capote “A sangre fría” que da cuenta de cómo en la media
noche del sábado 14 de noviembre de 1959, dos ex convictos identificados como Perry
Smith y Dick Hickock que habían compartido la misma celda, entraron a la casa de los Clutter y después
de buscar infructuosamente una caja fuerte que suponían contenía diez mil dólares
y que nunca encontraron, los asesinaron uno por uno.

Así como en Holcomb,
Kansas, ese pequeño poblado en que los Clutter fueron asesinados y donde el FBI
desplegó un intenso operativo de búsqueda, en Barranquilla, casi seis décadas
después, la Policía Nacional movilizó dispositivos de inteligencia que culminaron
no solo con la captura de tres de los cuatro sospechosos en el asesinato del
funcionario, sino que - ¡oh sorpresa!- terminó involucrando a la esposa de
Pinto en el homicidio.
Dick y Perry, el par de ex convictos, tenían la ilusión de hacer
realidad la leyenda que otro preso en la misma cárcel - que había sido
trabajador de Herbert Clutter en su granja-- les había contado: el dueño de tenía
una caja fuerte con 10 mil dólares escondida en su alcoba y que fácilmente podía
ser robada.
En Barranquilla, Colombia, más de media centuria más tarde, el
chofer de la víctima Johan Enrique Beltrán Ulloque y otros dos hombres Miguel Ángel González Reales, y Jesús Antonio Gutiérrez Arrieta, fueron
capturados. Una semana más tarde, la esposa del funcionario, Dayana Jassir De
la Hoz fue detenida y enviada a la
cárcel como supuesta determinadora del homicidio. Como en los hechos recreados
por Capote, aquí también el móvil sería un tesoro: dos seguros de vida que
sumaban más de 400 millones de pesos.
Solo en 1966 -siete años
después de los sangrientos hechos de Kansas y a pocos meses de que la novela
viera la luz—Truman Capote dio el título final a la novela: “A sangre fría”,
porque escuchó de viva voz de Perry Smith, (el convicto al que Capote suponía incapaz
de matar) como él mismo los fue asesinando. Lo que se ha conocido a través de
los medios de comunicación y de las grabaciones de los celulares sobre el
asesinato de Pinto en Barranquilla por parte de los confesos asesinos, es que
su esposa, quien apareció en todas las portadas de los diarios “destrozada por
el inmenso dolor”, no solo era la amante del chofer de confianza de su marido,
sino la que, fríamente, no solo (según las hipótesis de las autoridades) habría
mandado a matarlo una vez… ¡sino 5 veces! al no poder concretarse las
anteriores. Sí, como en la novela, todo fue perpetrado “a sangre fría”.
Y mientras que el Gobierno Nacional anuncia que la paz en Colombia está próxima y el
Presidente y sus Ministros hablan emocionados del “nuevo país” en el que nos
convertiremos, hechos como éste nos lleva a preguntar si solo el desarme de las
Farc es suficiente. Los hechos del día a día indican que además del desarme de
la guerrilla, los colombianos necesitamos desarmar nuestros corazones.
Una sociedad que ni se inmutaría ya por lo que conmocionó a
Truman Capote hace 57 años en el lejano y pequeño pueblo de Holcomb que, en
casi un siglo, sus 287 habitantes jamás habían sido víctima de asesinato alguno.
Una sociedad que, permeada por la corrupción galopante que campea en el poder,
ve como su círculo más pequeño y sagrado que es la familia pierde cada vez más
hasta su capacidad de asombro.
Esperamos que no solo el título sea lo similar en el asesinato que
registró el laureado escritor en “A
sangre fría”. Esperamos también que el final de este episodio trágico,
terminé como el de la novela de Capote: con la condena férrea e inflexible para
todos sus implicados.
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