Por Anuar Saad
Fue en un centro comercial donde me ocurrió. Iba subiendo las escaleras eléctricas, y apenas puse el pie en el tercer piso, la figura irrumpió ante mí sin avisar. Se me plantó al frente y con una cara que dejaba entrever curiosidad extrema me increpó: ¿Me puedes decir qué es esa vaina del Golden Group?
No pude responder nada. Primero, no me acordaba el nombre de la persona que me hablaba, aunque debo reconocer que su cara me era ligeramente familiar. Y segundo, no entendía por qué a alguien podía interesarle el Golden Group.

No sabía si reírme o escapar. Pero ante la cara de tragedia del hombre,
me tocó consolarlo. –Hermano – le dije –El Golden Group no es más que un grupo
de amigos que nos reunimos cada semana. Solo eso.
-¡Sí, que va, solo eso! ¡Quédate con tu Golden Group! – Y después de gritarme
se esfumó entre los compradores del centro comercial.
Al llegar a casa, y ante semejante encuentro, me di a la tarea de empezar
a revisar minuciosamente mi Facebook y después de varias horas entendí la
reacción del hombre y su inusitado interés por el Golden: logré contar más de
setecientas ochenta y seis fotos en más de 180 registros. Había de todo:
almuerzos, cenas, fiestas, integraciones; celebraciones de Brujitas, Amor y
Amistad, partidos de la selección Colombia, Carnavales... ¡en fin! Por un
momento me imaginé a la esposa de mi amigo anónimo dándole cantaleta pidiéndole
insistente que la sacaran a disfrutar como esos amigos del Facebook.
Es por eso, que a pocos días de Navidad, decidí (con el perdón de todos
mis lectores) dedicarle esta columna a ese pequeño grupo de amigos (el
autodenominado Golden Group) con el que he compartido instantes maravillosos.
Estar en el Golden es saber que no estás solo. Compartimos alegrías y tristezas
y la solidaridad es desbordante. Todos, profesionales en distintas ramas del saber,
(hay abogados, comunicadores sociales, fiscales, jueces, médicos, ingenieros
navales, ingenieros civiles, visitadores médicos, entre otros) sacamos un día
a la semana para, religiosamente, reunirnos. Para ello, el Golden dispone de
una sede con todas las de la ley: equipo de sonido de alta fidelidad, proyector
de videos, juego sofisticado de luces y efectos especiales, bar, instrumentos
musicales, amplificación y todo lo que se pueda imaginar. Por el Golden han desfilado
reconocidas orquestas como la Nómina del Pin, la Orquesta de Pacho Galán, Son
de Cuba y reconocidos humoristas de talla nacional.
En el Golden se arregla el país; se refuerza al Junior; se mejoran los
salarios; se combate la corrupción; se clasifica a Colombia al Mundial; se chismosea
(también hay que reconocerlo), se cocina, se agasaja, se baila o –en mi caso—se
intenta bailar; se canta a todo pulmón desde una de Diomedes Díaz (con show
incluido) hasta la nueva producción de Guns and Roses en un éxtasis rockero
inédito, dejando en claro que, a pesar de todo, la salsa manda la parada.
Como todo grupo que se respete, tiene líderes naturales: ahí está Zuly, “La
Caica”; “Mamá Mara”; Clodo, el punzante animador y José Luis, el que,
literalmente, “pone a rodar la película”.
Desde el 6 de enero de 2014 existe como Golden Group, pero desde 2010 ya
tenía vida propia y se conoció como Goden Bar gracias a una transmisión “en
vivo” que dos locutores reconocidos de la ciudad, hicieron desde ese salón de
un partido del Junior. “Aquí transmitimos desde el Golden Bar”, dijo la voz
comercial y desde ese momento empezó a calar el nombre. Siguieron sucediendo
reuniones informales y encuentros de amigos que, casi siempre, coincidían en un
mismo sitio: la casa que después sería su sede oficial.
Un primo que vive en Medellín, me contestó un estado de Facebook después
que publicara fotos sobre una reunión del grupo diciéndome “primo, cuando sea viejo como tú, quiero tener mi propio Golden Group”.
No sabía si agradecerle o insultarle por lo de viejo, pero, carajo, creo que
tiene razón. Aunque todos los miembros conservan un espíritu joven y vital, lo
cierto es que la madurez ha tocado nuestras puertas. Pero la edad no es impedimento para disfrutar una velada
en compañía de los amigos que queremos. Antes por el contrario, nos obliga a vivir
con más intensidad. Amigos que, después
de años, se han convertido en nuestra propia familia. Amigos entrañables con
los que compartimos las buenas y las malas. Alegrías y tristezas; triunfos y
fracasos.
Un grupo que no se cansa de agradecer a Dios el don de la amistad. Un
grupo que cree en la gratitud y la reconciliación y que nos recuerda que no hay
edad para dejar de soñar. El mismo grupo que, más que 9 parejas y “dos
adicionales”, es hoy una sola familia.
Evoca. Toca. Hace creer.
ResponderEliminar