Por Anuar
Saad
A sabiendas de que cada día usted, sí, usted señor
lector, se levanta leyendo malas noticias y columnas que lo abruman con
problemas de toda índole –desde las campañas presidenciales podridas por la
corrupción hasta pastores que se compran lujosos yates a costa de la feligresía—hoy,
en cambio, le traigo buenas nuevas: ya nadie puede quejarse por que es
pobre. No señor. La vida le sonríe plenamente ya que si sus ingresos son
superiores a 241.673 pesos, usted tiene todo resuelto.
No lo digo yo: lo acaba de anunciar el DANE quien
explicó que para 2016, el costo per cápita mínimo necesario a nivel nacional para
poder subsistir fue de $241.673, lo que equivale a un crecimiento de 8,1% con
respecto al 2015, aclarando, claro, que si un hogar lo conforman 4 personas, será clasificado como pobre solo si
el ingreso total del hogar está por debajo de $966.692, es decir, que cada uno
debe ganarse los $241.6673 antes mencionados.
Este anuncio del DANE debe tener una intención
oculta. Es una invitación vedada a que los colombianos nos volvamos cada vez
más innovadores, más recursivos y que en vez de estar quejándonos porque no hay
plata que alcance, organicemos esa pequeña fortuna (los 241 mil, por supuesto) para
poder vivir decentemente sin tanta pelotera.
Para ello
se requiere de ciudadanos con alto poder creativo y habilidades casi mágicas
para que puedan multiplicar su mercado mensual sin gastar más. Es decir, aunque
no haya para el bus, hay que poner a cocinar unos espaguetis a la “solitarie”.
Para los desconocedores de los secretos de la cocina, me refiero a unas pastas
largas que se hierven con sal y media cucharita de aceite y que se sirven
solas, sin más nada. Por eso son a la “solitarie” ¿Capisco? Y si hay que pagar
los recibos de luz, gas y agua hágase el loco. Al fin y al cabo Simón Bolívar,
Santander, Nariño y otros héroes, nos dieron la independencia a punta de vela y
se bañaban en las aguas del río Bogotá –que antes no te mataba de un tétanos- y
cocinaban todo lo que moviera por las montañas a punta de leña. Así que ¿para
qué diablos usted va a gastar una parte de los 241 mil pesos en esas
trivialidades?
Pero si
el problema es que su hijo debe ir a la escuela y tiene que tomar un bus que lo
lleve y otro que lo traiga porque el colegio queda a 14 cuadras… ¡Tenga
cuidado! Posiblemente usted está criando a un futuro flojazo bueno para nada.
Mire que el ejercicio beneficia al desarrollo, así que, desde mañana… ¡nada de
buses! Que vaya a la escuela aprovechando los Megacolegios… pero caminando. Al
fin y al cabo, nadie se muere por transitar a pie unos cuantos kilómetros. No
le de todo masticado a su hijo: ese es el mensaje que entre líneas lanza el
DANE
¿Qué
necesita cuarenta mil pesos para unos remedios que no cubre el POS? No importa.
Si los médicos aseguran que con ibuprofeno, acetaminofén y omeprazol va a curar
su hernia hiatal; o sus quistes en el ovario, o su cálculo renal, no se
desespere: tómese la medicación del POS y espere el milagro. El asunto es no
gastarse nada de los 241 mil pesos. ¿Ve cómo le va rindiendo el dinerito?
Lo de la
ropa es pan comido: a su esposa, le da 10 mil pesos para la modista de a la
vuelta y la convence que le recorte las mangas a la blusa y le ponga unos
pliegues a las faldas… ¡y asunto resuelto!: ya no parecerán los mismos. Con lo
de su hija, se desvara en La Juliao: un tinte azul oscuro que no vale más de
tres mil, y como por arte de magia el viejo y desteñido pantalón lucirá como
nuevo. ¿Ya vio? Si usa su creatividad, todavía no se ha gastado más de 20 mil
pesos. Le sobran 220 mil… ¡Toda una fortuna!
Bueno, y
el asunto del mercado es pan comido: fíjese: en el mercado de Barranquilla hay
unas frutas que los vendedores colocan en cajas separadas porque están un poco
“pasaditas”. No se preocupe, lo máximo que le pueden dar es una diarrea y eso
lo quita un Alka Seltzer de mil pesos. Compre el arroz partido; los granos
sucios y llenos de afrecho; el café a granel; la panela descuartizada; la papa
sin lavar y las últimas verduras recalentadas por el sol de las 12 del día que
ya nadie quiere comprar. Para rematar, lleve varias presentaciones de fideos,
espaguetis, tornillitos y conchitas y recuerde siempre hacerlos solo con media
cuchara de aceite y sal sin más nada.
Y si sus
hijos se ponen fastidiosos porque quieren diversión, llévelos a pasear por los
parques, esos mismos que, en buena hora, el Alcalde Char entregó a los barranquilleros:
son gratuitos y montarse en sus atracciones, aunque pocas, no le cuesta un
peso.
Y para
finalizar, tenga en cuenta que hay lujos innecesarios como el caso del papel
higiénico. Hay un tipo de cáncer que producen los químicos del papel. Evítese
el cáncer y mejor lávese con agua. Reemplace la pasta de dientes por sal o
carbón y si quiere una colonia dominguera, un frasco pequeño de menticol lo
ayuda a resolver. Recuerde que el jabón de bola es más económico, más rendidor
y limpia a profundidad.
¿Ve cómo los
del DANE sí tenían razón?
Después
de este descubrimiento --que seguramente revolucionará la economía familiar en
el país-- enviaré un mail al DANE y a Planeación Nacional para decirles que gracias
a ellos no solamente los pilos se encuentran en los colegios: todos nos
volveremos pilos tratando de rendir a como dé lugar los cada vez más devaluados
pesos.
Recuerde
siempre que la salud es lo primero. No ceda ante el antojo de comerse un buen
pedazo de carne, un filete o unos chicharrones: piense en el colesterol, el
ácido úrico y las toxinas perversas que envenenan nuestro cuerpo. Si eso no lo
persuade, evoque entonces la famosa canción de Diomedes Díaz esa que, antes de
que se anunciara lo de los 241 mil pesos, ya había vaticinado que la carne…
¡solo se ve en televisión!
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