Por Anuar Saad
Justo
para la celebración de sus años de muerta, “La Niña Emilia” resucitó. La mini
serie “Déjala morir”, que recrea la vida y obra musical de la canta autora
Juana Emilia Herrera, oriunda de Mahates, Bolívar, ha hecho sintonía con las preferencias
de la audiencia, esa misma, que tenía años dándole la espalda al Canal
Regional.
La producción
es impecable. Un casting escrupulosamente escogido, un reparto de lujo donde
sorprende la estupenda actuación de Aida Bossa interpretando a la Niña Emilia ,
el libreto del veterano Andrés Salgado y con la dirección de Alessandro Basile,
los capítulos han despertado sensaciones y sentimientos en la teleaudiencia que
van desde la nostalgia, la admiración, el drama y el humor.
Es,
sin duda, una de las mejores producciones de Telecaribe en toda su historia y
motivo de orgullo, sin duda, para el Gerente de
Telecaribe Juan Manuel Buelvas, artífice en la producción general del
evento de la que hacen parte también la ANTV y la Fundación Pilas Colombia.
“Déjala
morir” nos acerca a nuestra esencia; a nuestra realidad; a nuestro Caribe; a
nuestra tierra; a nuestras costumbres y, de paso, deja en claro todo el
potencial y talento artístico de nuestros actores y equipo técnico. No más de
cachacos disfrazados de costeños; interioranos forzando nuestro acento hasta
llevarlo a los extremos de la caricatura ni culebrones nacionales que solo
saben narrar la violencia, el odio, el narcotráfico y la corrupción.
En
buena hora Telecaribe dice presente y renueva la esperanza de los televidentes
en una mejor programación. Una que nos cuente las historias que queremos
conocer. Esas mismas que nos retratan y, de paso, retratan toda nuestra rica
idiosincrasia. Haberle apostado a este seriado y no escatimar recursos ni
esfuerzo humano es ya un gran logro. La seriedad con que los actores han
asumido sus papeles generando credibilidad en la audiencia, hace que nadie se
espante por los hijueputazos, malas palabras, picardía sexual y el desparpajo
de los protagonistas –humilde y auténtica gente de campo-- al momento de representar las escenas.
Todo
en ellos es natural. Desde la inocencia misma con que encaran el amor, la
pobreza, la ingratitud, los odios y las alegrías, hasta ese léxico pícaro y
fuerte que haría sonrojar hasta a un verdulero. No hay escenas forzadas. El
entorno cuaja perfectamente con la realidad que se recrea y, aunque se entiende
que hay elementos de ficción en la historia, estos no desentonan para nada, por
el contrario, la enriquece.
Viví
los capítulos de “Déjala morir” en familia y no pude evitar las carcajadas en
esas escenas cumbres que nos desnudan como somos: dicharacheros, espontáneos,
auténticos y francos en exceso. Una mezcla de ingenuidad y malicia que encarnan
los personajes que, a la larga, hacen que los amemos.
Impecable
dirección y producción. Impecable el esfuerzo de nuestro canal Telecaribe por
hacerse sentir en las grandes ligas de las producciones y aplausos para el
libretista y todo el equipo técnico. Pero la interpretación de Aida Bossa
merece un capítulo aparte. Nos hace pensar que la Niña Emilia no ha muerto.
Volvió, deslenguada como siempre, para divertirnos a través de la televisión.
Una
sugerencia al oído del gerente de
Telecaribe: que esto no quede en flor de un día. Esta producción despertará,
sin duda, más expectativas por próximos proyectos que deben seguir retratando
nuestra esencia y nuestro ser Caribe.
Y
mientras los capítulos nos llevan de la mano hasta el final de la serie,
podremos saber, por fin, dónde carajos es que vive Coroncoro.
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