Por Anuar Saad

Pero lo que no se debe hacer es
querer hacerse rico torciendo la ley. Con base a engaños a clases menos
favorecidas y de escasa cultura quienes, paradójicamente, terminarán costeando
sus viajes, sus vehículos de alta gama, sus propiedades y los antojos de su
familia.
Escudados bajo la religión
Cristiana Evangélica algunos pastores usan el púlpito no para aliviar las penas espirituales de sus
fieles ni mucho menos para diseminar la palabra de Dios. Sus sermones van casi
que en una misma línea: la obligación de diezmar, incluso, con “cuotas
extraordinarias” para “mantener la iglesia”, cuando en realidad al que están
manteniendo es al Pastor y a sus familias.
Lo del aborrecible pastor
Arrázola en Cartagena que en escena es lo más parecido a un payaso de circo, es solo la punta del iceberg. Como Arrázola, existen
decenas de “líderes espirituales” que no solo acumulan riquezas –por las que el
Gobierno ni siquiera pregunta ni grava con impuestos—sino que acceden a favores
sexuales de muchos de sus feligreses aprovechando su bien vendida condición “divina”.
Denuncias y casos como este, abundan en los medios uno más extravagante que el
otro.
Tratar de desvirtuar las
evidencias que Édison Lucio Torres, el periodista cartagenero que denunció a
Miguel Arrázola por su bien montada empresa para su lucro personal que tiene
como parapeto la fe y en la que recauda cientos
de millones a costa de ilusos creyentes, es querer tapar el sol con las manos.
Estos incautos fieles son capaces de
entregarle hasta cuatro millones mensuales a este remedo grotesco de líder
espiritual para que pueda construir un templo más cómodo con lo que a la larga
el “pastor” se termina embolsillando, según la denuncia del periodista Lucio
Torres, la nada despreciable suma de
doscientos millones de pesos mensuales. “Ríos de Vida”, como dice llamarse su
iglesia evangélica debería bautizarse como “Ríos de dinero”. Los mismos que
este lobo disfrazado de pastor se engulle junto con su familia en viajes, lujos
y excesos. Vea aquí el video en que Arrázola amenaza de muerte a periodista cartagenero
Su tolerancia espiritual; su bondad
divina; su excelsa educación y su don de ayuda al prójimo, le fluyen por los
poros a Arrázola. Para deslegitimizar a los cada vez más numerosos contradictores que indignados ven como este
hombre despluma a los más pobres, los acusa de “horda de maricones”. Si así
fuera ¿qué tiene que ver la condición sexual con el asalto a costa de la fe?
¿Qué clase de religión promueve las amenazas de muerte en pleno oficio del
culto? ¿Qué calaña de personas acoge esta religión para darles la condición de
pastor? ¿Los líderes de esta religión avalan que este oscuro personaje –y otros
más—anden rodeados de matones con discursos paramilitares próximos a lo más
recalcitrante del demencial uribismo?
No sabremos si se siente intocable
por sus simpatías con el abominable ex Procurador Ordoñez (quien además sería
un gran pastor sin duda), por su elocuente idolatría a Uribe o si su circuito
cerrado de grandulones armados lo dejan fuera de todo peligro terrenal. Mismos
"tablúos" a los que él no dudará en mandar a “hacerle la vuelta” a un
contradictor, para que aparezca, días después, boca arriba en la Ciénaga dela
Virgen. Pero -¡válgame Dios!- eso es solo un decir porque su “redención
espiritual” ha hecho de Arrázola –según el mismo se jacta en decir—“un hombre
nuevo”. Si así es su versión redimida, no quiero ni imaginarme la calaña de
persona que sería antes de su milagrosa redención.
El “Pastor” Arrázola, así como otros muchos como él, por sus acciones y peligrosas declaraciones, se asemeja más a un vulgar estafador mercader de falsa fe al que le importa un pepino el bienestar de la comunidad que a un abnegado líder espiritual. A él solo le importa ¡oh sí! que los “ríos de dinero” sigan fluyendo para que el parapeto de “Ríos de vida” tras el que esconde su verdadero yo, siga sonando mensualmente como caja registradora de un almacén de cadena.
El “Pastor” Arrázola, así como otros muchos como él, por sus acciones y peligrosas declaraciones, se asemeja más a un vulgar estafador mercader de falsa fe al que le importa un pepino el bienestar de la comunidad que a un abnegado líder espiritual. A él solo le importa ¡oh sí! que los “ríos de dinero” sigan fluyendo para que el parapeto de “Ríos de vida” tras el que esconde su verdadero yo, siga sonando mensualmente como caja registradora de un almacén de cadena.
Y mientras tanto, mientras
termino de escribir la columna, veo con terror como en un canal de cable, un
pastor extranjero insta -como poseído por el demonio- a sus fieles a “llamar
ahora” para que “donen para su salvación”. Lo que no queda claro, como jamás
quedará, si es para la riqueza espiritual de los fieles, o la riqueza de las cuentas personales
del pastor.
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