*El periodista, académico e investigador norteamericano, Dean Nelson, habla sobre el ejercicio del oficio y los riesgos y retos de los nuevos periodistas.
Por Anuar Saad


A simple vista nada lo diferencia de cualquier turista
norteamericano de paseo por las murallas de Cartagena. Viste descomplicado;
calza tenis que no combinan con su ropa y su rostro bonachón y desprevenido oculta al aventurero contador de
historias, el mismo que no desaprovecha un instante para reafirmar que el mundo
está hoy ante un periodismo distinto –ni mejor ni peor—sino diferente. Uno que
requiere de un periodista polivalente, capaz de ser multimedial pero con un
alto conocimiento del contexto de las historias. Uno que sea capaz de
interpretar la realidad, que pueda narrar con estética pero que al mismo tiempo
mantenga su lealtad con la verdad.
Par él la posverdad no es nada nuevo. –Siempre ha existido la
mentira en el periodismo- afirma, al tiempo que advierte que, afortunadamente,
la verdad tarde o temprano siempre sale a flote. “El periodista moderno no está
amarrado a la objetividad. Es subjetivo, capaz de interpretar la realidad, pero
en el marco de la ética, requisito fundamental para ejercer el oficio”, remata.
Dean Nelson escribe para el New York Times, el Boston Globe, Christianity Today, y en otras publicaciones
nacionales. Ha sido merecedor de diversos premios de la Sociedad de
Periodistas Profesionales por sus reportajes y ha escrito 14 libros. Es PhD. en
periodismo de la Universidad de Ohio, con una maestría en periodismo y otra en Literatura.
Para Nelson, el Internet ha producido efectos contradictorios en
el ejercicio del periodismo en todo el mundo. “Por un lado es mucho más fácil,
pero también más difícil ejercer la profesión”, sentencia. Y lo explica
diciendo que si bien hoy la información está más cercana, casi que al alcance
de la mano y se puede gozar de mucha más inmediatez, es, precisamente, por la búsqueda
de ser más inmediato, que el periodista cae en el error. Es imprescindible que se
verifique mucho más la información. No se puede hacer periodismo guiado, por
ejemplo, solo por las redes sociales. Lo que se publica debe ser producto de
una honesta verificación. Hoy –asegura— el lector no recuerda más al que da la
información primero, sino al que la da correctamente. Hay una alocada carrera
por dar la información, que solo genera posverdades.
Este acucioso contador de historias, estudioso del periodismo y
sus fenómenos, el mismo académico que disfruta compartir sus conocimientos, no
concibe la objetividad como premisa fundamental sobre la que debe girar el
periodismo. Y así lo explica: “Cuando tenemos varios temas sobre los que
trabajar, y nos decidimos por uno, ya, desde ese momento, murió la objetividad.
Elegir un temas sobre otros es un ejercicio de la subjetividad. Así como
encontrar el punto de vista, los detalles relevantes, hasta la voz en la que
contaré la historia”.
Aconseja no quedarse solo con una mirada de los hechos. Para él,
múltiples voces deben ayudar a contar las historias desde todas las perspectivas
posibles. “Es importante sondear varias opiniones para tener una percepción más
clara de los hechos, algo que debe afinarse desde que se está cursando la
carrera”. Es que es un convencido de que el aspirante a periodista que pasa por
la Universidad debe aprender a echar mano de todas las herramientas posibles y
a moverse en los distintos medios. “Hay que ser diestro con la escritura, pero
también ser capaz de producir contenidos multimedia o crear una infografía,
pero en lo que la Academia debe hacer énfasis, es en la enseñanza del contexto”.
Y ese contexto está representado en fundamentaciones
filosóficas, conocimientos políticos, económicos y sociales. Un periodista debe
ser un hombre de mundo, afirma Nelson, pero con profundo conocimiento del mismo.
Un periodista –prosigue- debe cultivar y poner en práctica aquello que nos
identifica como seres humanos: la ética.
No es un secreto que hoy, en las salas de redacción de diarios y
revistas, hay montañas de periodistas preparados para cubrir álgidos
conflictos. Para cubrir la guerra, la muerte y la desolación. Pero hay que
apostarle a la formación de periodistas que sean capaces de contar historias
humanizantes, representativas y hasta personales. Historias que en vez de
guerra, promulguen paz. “En el mundo siempre existirá el conflicto. Pero
también hay otras historias que contar: la compasión, el sacrificio, el amor y
la esperanza. Todos ellos valores que van más allá de la maldad”. Un periodismo
más humano, será sin duda un mejor periodismo. Ese mismo que, más allá del
dato, las estadísticas o las cifras, nos muestren a los verdaderos protagonistas
de las historias: a los hombres y mujeres de carne y hueso, como nosotros, con
las mismas alegrías, tristezas, logros y sufrimientos. Historias que sin
importar si se producen en Haití, Kosovo, Croacia, Nueva Orleans o El Vaticano,
deben despertar sentimientos y sensaciones que las vuelvan universales. Que nos
muestren al ser humano, también como nosotros, que se esconde detrás del dato.
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