Por Anuar Saad
Por segunda vez me dispongo a librar
una batalla judicial contra un gigante. Sí señores, así como lo leen. Nuevamente pretendo
demandar a Twitter. ¿O creen que voy a dejar impune que hayan extendido a 280
caracteres la capacidad de twittear? ¡Ni de fundas! Todos los Lord Voldemort de
las redes, esos mismos que esperan asomarse para lanzar agravios y despotricar
contra todos, deben, hoy, sentirse en el paraíso. Así que tal como lo anuncié
hace dos años (cuando juré que iba a demandar a twitter), ahora lo haré de
nuevo. (Le
aquí la columna "Voy a demandar a Twitter")
Sí, amigos lectores. Lo leen bien: voy
a demandar a twitter por el daño –más que irreparable- que le va hacer a todos
aquellos que creemos que las redes deben ser usadas como mecanismo de
información, socialización y hasta educación…pero nunca de agresión. Todo
empezó hace poco menos de una semana cuando una noticia publicada en todos los
medios de comunicación, me llamó la atención: "Twitter se extiende a 280
caracteres". Interesado, leí y, con horror, empecé a darme cuenta que
por una nueva función en esta red social, ya los twits pasarían de ser
"una frase inteligente" a un sermón insoportable.
¿Ustedes se imaginan --solo por poner
un inocente ejemplo-- a Álvaro Uribe frotándose ahora mismo las manos
preparándose para su diatriba contra su víctima de turno? ¿Se lo imaginan
jurando por la inocencia de sus "angelitos" quienes jamás se lucraron
indebidamente? ¿Lo imaginan teniendo más caracteres para arremeter contra la
paz y no dejar títere con cabeza en su alocada carrera en favor de la
guerra?
Pero a pesar de la explicación
detallada, la cara de mi abogado era elocuente: aún no entendía el porqué de mi
intención de demandar. –Pero si es una gran innovación. ¿Qué te molesta de
esto?- me preguntó intrigado Clodomiro, mi abogado de cabecera
Con esta nueva y malévola aplicación de
twitter, le expliqué al laborioso abogado, los demonios internos del expresidente
tendrán más espacio para hacer de las suyas. Esos demonios que vomitan odio y
arremeten contra jueces, Presidentes, Ministros, columnistas, caricaturistas y
funcionarios públicos y todos los que hubiesen tenido la osadía – y mala
fortuna-- de criticar sus dictatoriales pretensiones. Imagino, por qué no, que
con esta noticia muchos desearán cerrar el twitter para librarse, de alguna
forma, de la cantaleta eterna y egocéntrica de ese mismo que aspira, a pesar de
las normas constitucionales que se lo impiden, conseguir un tercer mandato.
Me parece escuchar a Pachito Santos –la
inteligencia hecha hombre-- y a su nuevo gran amigo Andrés Pastrana (el peor
Alcalde que ha tenido Bogotá en toda la historia y el segundo peor Presidente –después
de Samper, claro está--), justificando las explosivas homilías en que se
convertirán desde ahora sus trinos. Y como Uribe, muchos estarán empezando ya,
mientras usted lee estas líneas, a inaugurarse la ampliada aplicación para
poder insultar, injuriar, calumniar, blasfemar, arremeter, agredir a ese otro
con el que no comparte un punto de vista. En resumen, la “muralla del canalla”,
en que se han convertido las redes sociales, tienen ahora más espacio.
(Lea aquí la columna "La muralla del canalla")
Tal vez lo único positivo de tan
tétrico futuro sea que, al fin, con base a "la práctica diaria", más
de uno podrá aprender a escribir para que, por lo menos, la sarta de odio
empacado en una aplicación digital, quede bien contada: con sus tildes, comas y
orden sintáctico como debe ser. ¿Además de insultado debo leer 280 caracteres
mal escritos? ¡Horror de horrores!
El sonido de una campanita me avisa
sobre un nuevo twitt. Con pavor, reviso presintiendo que, de seguro, ahí estará
Uribe haciendo de las suyas. Pero no. Es peor. Son los fanáticos religiosos que
ahora están aprovechando para "llevar la palabra", con más eficacia...
¡en 280 caracteres!
Entonces... ¿me acompañan ustedes en la
demanda?
Comentarios
Publicar un comentario
Comente aquí