Por Anuar Saad

Desde
niño crecí con un temor reverencial por los arroyos de Barranquilla. Con el
tiempo me habitué a ellos y por eso me extrañaba cuando visitantes
interioranos, al ver la bravía fuerza de las aguas, aseguraban que jamás habían
visto un “río dentro de la ciudad”. En mi época de periodista en El Heraldo,
era común la fatídica noticia en temporada de lluvias: muertos y desaparecidos
por causa de los incontrolables arroyos de los que, se decía, no tenían
remedio. Hoy, esas noticias, son cosas del pasado.
Los
barranquilleros nos estábamos resignando a envidiar a otras ciudades –entre otras
muchas cosas—por sus zonas verdes. Sus lugares de esparcimiento. Sus parques
que aquí, hasta hace dos años, daban lástima. Esta ciudad tenía los peores
promedios en el país de espacio de parques por habitante. Prácticamente no
existían y, los que había, eran un pedazo de tierra abandonada a merced de la
delincuencia, la prostitución y el micro tráfico. Esta administración cerrará
su ciclo con una ciudad sin arroyos y con múltiples parques y zonas verdes
rehabilitadas que le dan sentido a que el Distrito, sea en verdad una “Capital
de Vida”.
Otra conquista
fue devolverle al río Magdalena su importancia
histórica. ¿Cómo revertir el nefasto impacto de
más de ochenta años en que se le dio la espalda al Río? Ya la nueva
Barranquilla, se proyecta orgullosa desde su Malecón y la gran Avenida al Río
como un espacio propicio para el desarrollo urbanístico, turístico y
recreacional de sus habitantes que se han reencontrado, a través de ese inmenso
río, con un pedazo de su historia.
Y más
allá de las promesas de campaña, estaba el cumplimiento al país de cara a los
Juegos Centroamericanos y del Caribe. ¿Sería posible que en 20 meses la ciudad
cumpliera con todo a lo que se había comprometido? ¿Sí se podrían entregar
escenarios como el majestuoso estadio de béisbol Édgar Rentería (aunque
prefiero seguir llamándolo Tomás Arrieta) y los renovados Romelio Martínez, el Complejo
Acuático, el Estadio Moderno, el Parque de Raquetas y el Elías Chegwin entre
otros? La respuesta está en todos los medios locales y nacionales. Todos, sin
excepción, hablan de la gestión de esta administración que en tiempo récord
dejó a Barranquilla posicionada como la capital del Deporte en Colombia con
escenarios que no envidian nada a otros del continente.
La
inversión urbanística que se le ha inyectado a la ciudad acentúa el aire
cosmopolita de esta capital. La misma que recibe a turistas y visitantes
asombrados ante el cambio que –hay que reconocerlo— Barranquilla ha tenido en
los últimos doce años. Tres administraciones que le han apuntado a mejorar la
calidad de vida de sus ciudadanos con inversiones en salud, construcción, e intervención
en escuelas públicas y desarrollo de programas de atención a la primera
infancia, la juventud y la tercera edad.
La
inversión en infraestructura vial, la ampliación y adecuación de avenidas y la
construcción de nuevas vías mejoró su conectividad con el área metropolitana y aminoró de alguna forma el impacto de la
compleja problemática en movilidad que aún se sigue padeciendo dentro del casco
urbano, a pesar de la ayuda de más de 200 auxiliares de tránsito distribuidos
en puntos estratégicos de la urbe.
No hay
duda que quedan tareas pendientes. Una de ellas es reforzar la seguridad
ciudadana: combatir la delincuencia en todas sus formas para poder vivir en una ciudad más segura, una donde no nos quiten
la vida en cualquier esquina para robarnos un celular. No estamos en una ciudad perfecta, pero sí gozamos de una ciudad
mejor. Una que ofrece más oportunidades, con más empleabilidad y mejor calidad
de vida.
Como
ciudadanos todos tenemos derechos. Pero también tenemos deberes. Aportar
nuestro grano de arena desde la civilidad, la cultura ciudadana, la decencia y
el respeto al otro para que Barranquilla siga siendo pujante… ¡es una tarea de
todos!
Excelente texto y visión de ciudad. Saludos Anuar!
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