Un Alcalde, una ciudad



Por Anuar Saad

¿Cuál es el secreto para regresar a un  puesto de mando y tener mejor rendimiento que cuando lo ejerció por primera vez? Esta es, sin duda, una buena pregunta para el Alcalde de Barranquilla Alejandro Char. Y es que ya la cuestión va más allá  de “si me gusta” o “no me gusta”. Los resultados de la segunda administración del mandatario se pueden cotejar desde las cifras y los hechos.

Desde niño crecí con un temor reverencial por los arroyos de Barranquilla. Con el tiempo me habitué a ellos y por eso me extrañaba cuando visitantes interioranos, al ver la bravía fuerza de las aguas, aseguraban que jamás habían visto un “río dentro de la ciudad”. En mi época de periodista en El Heraldo, era común la fatídica noticia en temporada de lluvias: muertos y desaparecidos por causa de los incontrolables arroyos de los que, se decía, no tenían remedio. Hoy, esas noticias, son cosas del pasado.
Los barranquilleros nos estábamos resignando a envidiar a otras ciudades –entre otras muchas cosas—por sus zonas verdes. Sus lugares de esparcimiento. Sus parques que aquí, hasta hace dos años, daban lástima. Esta ciudad tenía los peores promedios en el país de espacio de parques por habitante. Prácticamente no existían y, los que había, eran un pedazo de tierra abandonada a merced de la delincuencia, la prostitución y el micro tráfico. Esta administración cerrará su ciclo con una ciudad sin arroyos y con múltiples parques y zonas verdes rehabilitadas que le dan sentido a que el Distrito, sea en verdad una “Capital de Vida”.
Otra conquista fue devolverle al río Magdalena su  importancia histórica. ¿Cómo revertir el nefasto impacto de  más de ochenta años en que se le dio la espalda al Río? Ya la nueva Barranquilla, se proyecta orgullosa desde su Malecón y la gran Avenida al Río como un espacio propicio para el desarrollo urbanístico, turístico y recreacional de sus habitantes que se han reencontrado, a través de ese inmenso río, con un pedazo de su historia.
Y más allá de las promesas de campaña, estaba el cumplimiento al país de cara a los Juegos Centroamericanos y del Caribe. ¿Sería posible que en 20 meses la ciudad cumpliera con todo a lo que se había comprometido? ¿Sí se podrían entregar escenarios como el majestuoso estadio de béisbol Édgar Rentería (aunque prefiero seguir llamándolo Tomás Arrieta) y los renovados Romelio Martínez, el Complejo Acuático, el Estadio Moderno, el Parque de Raquetas y el Elías Chegwin entre otros? La respuesta está en todos los medios locales y nacionales. Todos, sin excepción, hablan de la gestión de esta administración que en tiempo récord dejó a Barranquilla posicionada como la capital del Deporte en Colombia con escenarios que no envidian nada a otros del continente.
La inversión urbanística que se le ha inyectado a la ciudad acentúa el aire cosmopolita de esta capital. La misma que recibe a turistas y visitantes asombrados ante el cambio que –hay que reconocerlo— Barranquilla ha tenido en los últimos doce años. Tres administraciones que le han apuntado a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos con inversiones en salud, construcción, e intervención en escuelas públicas y desarrollo de programas de atención a la primera infancia, la juventud y la tercera edad.
La inversión en infraestructura vial, la ampliación y adecuación de avenidas y la construcción de nuevas vías mejoró su conectividad con el área metropolitana  y aminoró de alguna forma el impacto de la compleja problemática en movilidad que aún se sigue padeciendo dentro del casco urbano, a pesar de la ayuda de más de 200 auxiliares de tránsito distribuidos en puntos estratégicos de la urbe.
No hay duda que quedan tareas pendientes. Una de ellas es reforzar la seguridad ciudadana: combatir la delincuencia en todas sus formas para poder vivir en  una ciudad más segura, una donde no nos quiten la vida en cualquier esquina para robarnos un celular.  No estamos en  una  ciudad perfecta, pero sí gozamos de una ciudad mejor. Una que ofrece más oportunidades, con más empleabilidad y mejor calidad de vida.
Como ciudadanos todos tenemos derechos. Pero también tenemos deberes. Aportar nuestro grano de arena desde la civilidad, la cultura ciudadana, la decencia y el respeto al otro para que Barranquilla siga siendo pujante… ¡es una tarea de todos!


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