El periodismo en tiempos de crisis













Por Anuar Saad

Las noticias no parecían ser buenas. Pero al final, quedó la sensación de que no todo está perdido. ¿Acaso no es en medio de las más profundas crisis que las personas y hasta los países pudieron levantarse? El primer paso en la recuperación es, reconocer de verdad, que los problemas sí existen. Reconocer que el periodismo de hoy está flanqueado por francotiradores que acechan desde diversos costados tratando de darle el golpe de gracia al periodismo. Y aunque las amenazas existen –y seguirán existiendo—las soluciones están a la mano. Y en ello, la Academia juega una labor indispensable.

Bajo el nombre de “El periodismo en tiempos de crisis”  el Programa de Comunicación Social de la Universidad Autónoma del Caribe instaló el primero de un ciclo de conversatorios que se prolongará hasta todo lo largo del próximo año. En esta oportunidad los panelistas Alberto Martínez Monterrosa, Javier Franco Altamar, Juan Alejandro Tapia y Jaime de La Hoz, trataron de auscultar con meticulosidad los síntomas que tienen en observación al periodismo que estamos haciendo.

Quedó claro que si bien históricamente los medios siempre han tomado partido en las contiendas políticas dando su apoyo a uno u otro candidato, ahora –y aumentado por la inmediatez y voracidad de las redes—se está en presencia de un fenómeno mucho peor: la polarización. Esa misma que trata de imponer una verdad así sea con pocos argumentos, dependiendo del gusto o preferencia del medio, y atizado desde la barrera de los fanáticos políticos que cada vez más incendian los nuevos medios y redes sociales.

No se gana nada pretendiendo satanizar al periodismo digital y todas sus variantes en prensa, radio y televisión porque, de hecho, esa “guerra” la perdió hace rato el periodismo tradicional. Más bien, la invitación es a sumarnos a hacer un mejor periodismo desde las dos orillas: la tradicional y fortaleciendo la versión digital, no replicando la misma en la web. Lo segundo permitirá siempre estar un paso más adelante y competir con las noticias falsas de las redes sociales y dejará espacio para que el periodismo tradicional se despejo de los apellidos que tanto daño le hacen al periodismo. Es periodismo y punto. Pero un periodismo donde deberá primar el poder creativo y subyugante de la narración: es saber contar bien la historia para mantener a esos lectores que aún tenemos y, por qué no, cautivar a los nuevos.

Y es en medio de la crisis la oportunidad para quebrar las cadenas que aún sigue atando  a periodistas a los medios de siempre. La invitación es – si deciden aceptarla- a ser independientes. Lo que podríamos llamar “periodistas sin periódico”, esos que desde un medio, blog, portal o página web, nos cuente historias. Es sabido los míseros sueldos que ofrecen a los egresados como periodistas y las condiciones extremas que éstos deben sufrir en una profesión en la que sabes a qué hora llegas, pero no a qué hora regresarás a casa. Y en gracia de discusión hay que derrumbar el imaginario que “el periodismo de ayer era mejor que el que hoy hacemos”. Hoy existen mejores condiciones, tecnologías, mejores escuelas de periodismo, más competitividad y talentos precoces que buscan un acampadero para desfogar todo su talento.

Hoy, con pavor, vemos que hasta la tía lejana que tenemos quiere fungir de periodista porque como dice un canal nacional…”el periodista soy yo” ¿Puede cualquiera ser periodista? Así el embeleco de la Constitución del 91 haya permitido que cualquiera pueda ejercer el oficio, la Ley que se tramita hoy en el Congreso de la república, espera reparar este error garrafal: un periodista debe haber pasado por una escuela. Y el que no, debe tener un tiempo representativo de haberlo ejercido para que pueda ser acreedor de su tarjeta profesional. El periodismo es una profesión tan respetable como la medicina. No un oficio al que cualquiera puede llegar.

Pero hay otras amenazas. Más preocupantes y feroces. Esas sí, capaces de acabar de un tajo todo intento de periodismo: todos los tipos de corrupción –incluso más allá de una falta ética—y los desborados intereses de los medios por acaparar todo el poder. La corrupción escala peldaños. Y en esa escalada mortal la corrupción toca al periodista a través de distintas formas, una de ellas de “pauta publicitaria”, que de una u otra manera coacciona y amarra al periodista y a veces, hasta a los medios mismos que dependen desesperadamente de ellas.

El tristemente célebre caso de la Universidad Autónoma del Caribe fue llevado a la palestra en el conversatorio. Una profesora asistente preguntó por qué un medio nacional tuvo que destapar el saqueo al que fue sometida la universidad y el sufrimiento de los profesores a los que no les pagaron durante meses por parte del anterior rector Ramsés Vargas y muchos de sus directivos, y ningún medio de la ciudad dijo una palabra. Solo cuando W Radio desenmascaró al nefasto rector, los medios locales empezaron a pronunciarse. Las explicaciones fueron varias, pero no tal vez suficientes. “La pauta publicitaria callaba”; “No hay verdaderos periodistas investigativos en la ciudad”; “Los medios se cuidan de publicar lo que no está legalmente comprobado”; “El silencio de los mismos funcionarios de la universidad hacía imposible el acceso a la fuente”… pero la sensación es que quien tiene el poder y los recursos, de una u otra forma, puede acallar (por lo menos un tiempo) a la prensa. Son tareas a mejorar. Que no son fáciles, pero la Academia debe afilarle los dientes a los futuros periodistas en ese sentido. Abrir los escenarios y replantear, incluso, hasta las lecturas que se les ponen a los estudiantes para estar en sintonía con ellos. Dejar en claro que la pasión, la ética y el saber contar bien la historia son innegociables para todo aquel que quiera ser periodista.

Y ahí, en medio de estos tiempos de crisis, es cuando importantes diarios tradicionales deben reflexionar sobre el porqué de su bajísima circulación. ¿Acaso los lectores quieren seguir leyendo noticias? ¿O ya esas mismas noticias están resueltas en twitter, Facebook y portales especializados para ellos? De seguro que cuando entiendan que la fiebre no está en la sábana, se darán cuenta que la narración, y solo la narración, los pondrá otra vez en competencia.


Comentarios

  1. Profesor Anuar me gusta su punto de vista y estoy de acuerdo con él, pero me gustaría saber de qué manera podemos ejercer esta labor de manera independiente y sobrevivir sin pautas publicitarias? Si para lo primero es muy difícil debido a que como usted mismo lo plantea en el texto, cuando se tiene poder y recursos, sobre todo económicos, es mas compleja la competencia y el ejercicio de la labor periodística e inclusive de la investigación para llegar al fondo de las cosas...

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